Emilio Zebadúa
La iniciativa para evaluar a los maestros surgió... de los maestros. Y el SNTE a través de su presidenta, Elba Esther Gordillo, formalizó con la SEP esta propuesta en mayo del año pasado. Como antes, con la creación del INEE hace una década, el sindicato de maestros no ha dejado de impulsar la evaluación para: 1) elevar la calidad educativa, 2) mejorar las políticas públicas, y 3) capacitar a los docentes en los nuevos conocimientos del siglo XXI.
A pesar de este esfuerzo constante de parte del SNTE por introducir nuevos instrumentos de política en la educación, la Evaluación Universal de los Maestros se ha vuelto un fetiche. Se convirtió en manos de los opositores políticos al sindicato --tanto en la derecha como en la izquierda-- en un arma para desacreditar a los maestros (ver: "El fin de las evaluaciones, El Universal, 1 de abril).
La campaña de resistencia de la CNTE a cualquier política reformadora del sistema educativo, aunado a la campaña mediática en contra de la educación pública de un sector del empresariado ("!De Panzazo!"), y la mala operación administrativa de la Secretaría de Educación Pública (cuatro titulares en lo que va del sexenio), acabó politizando el tema de las evaluaciones.
Las evaluaciones son un medio, no un fin en sí mismo. Así lo entiende Bill Gates, que a través de la Fundación Bill y Melinda Gates promueve la evaluación de los maestros. En un artículo reciente en el New York Times ("Shame is Not the Solution", 22 de febrero, 2012), escribió: "soy un firme impulsor de que se mida la efectividad de los maestros, y mi Fundación trabaja con muchas escuelas para asegurarse que dichas evaluaciones mejoren la calidad general de la docencia."
Pero Bill Gates reconoce que "enseñar es un proceso multifacético y complejo. Un sistema confiable de evaluación debe incorporar (varias) medidas de eficacia..." Su conclusión es clara: "desarrollar un esquema sistemático para ayudar a los maestros a mejorar, es la idea más poderosa hoy en día. (Pero) la manera más segura para debilitar esta idea es torcerla en un ejercicio caprichoso (que busque) avergonzar públicamente a los maestros."
Hasta ahora las evaluaciones no han logrado su objetivo último, que es elevar la calidad de la educación, ni el inmediato, que debería ser volver más eficaces las políticas públicas. A pesar del costo que significa la Prueba Enlace, por ejemplo, la SEP no ha podido explicar cómo han contribuido sus resultados -año tras año- al perfeccionamiento de los programas de educación.
Evaluar por evaluar no sólo es costoso, sino contraproducente. Y la SEP con la instrumentación unilateral de la Evaluación Universal de los Docentes va a acabar haciendo justamente eso, si no se alcanzan los acuerdos necesarios con el sindicato: convirtiendo una medida necesaria en una acción desestabilizadora.
El principio de una evaluación es que sea un medio para conocer la existencia de una carencia, deficiencia o necesidad. Pero conocer para remediar, ya sea con un estímulo o un esfuerzo adicional acompañado por el apoyo externo necesario. Por eso mismo la Evaluación Universal de los Docentes es una medida que debe estar condicionada a aquello que pueda hacer más en favor de los maestros, !no en su detrimento!
El SNTE tiene razón cuando dice que para que la Evaluación Universal se lleve a cabo con éxito se requiere contar con los recursos asignados a los cursos y programas de formación de los maestros, que la propia evaluación indique sean necesarios. Sólo así una evaluación es útil al sistema.
Pero los críticos del SNTE no han visto la Evaluación Universal como una oportunidad para mejorar los sistemas de formación y actualización de los maestros, sino como una forma de "demostrar" que los maestros no están aptos para educar en el siglo XXI. O sea, sólo desean evidenciar las deficiencias, no trabajar en modernizar un sistema que ha sido relegado en las prioridades del Estado por prácticamente tres décadas.
El ex-ministro de Educación de Argentina, Juan Carlos Tedesco, lo explica cuando señala que: "al docente se le sigue reclamando que forme la identidad nacional, que transmita información y que socialice en los valores tradicionales, y todo ello con una formación y salarios propios de operarios poco calificados."
Que los críticos al sindicato en la izquierda y la derecha manipulen los usos de la evaluación se entiende: tienen agendas políticas y de negocios; ?pero porqué la SEP? Al propio Tedesco lo escuché decir en una reunión de la UNESCO en Buenos Aires que: "no puede el Estado nacional en América Latina exigirle a los maestros aquello para lo cual el propio Estado (argentino, mexicano, etc.) no los formó,.."
La carencia de un plan de corto y largo plazo para capacitar a los maestros en los conocimientos, técnicas y habilidades del siglo XXI ha pesado demasiado en la conducción de la política educativa del país.
Mientras tanto, se insiste que se evalúe a los maestros --por evaluarlos; no como un medio, sino como un fin en sí mismo. ?Y las demás piezas del modelo? El plan integral de actualización-evaluación-formación de los maestros quedará, por lo tanto, como un pendiente para el próximo gobierno.
emilio.zebadua@hotmail.com
Presidente de la Fundación SNTE y Director del Portal Web de Educación y Cultura: Educacionyculturaaz.com
A pesar de este esfuerzo constante de parte del SNTE por introducir nuevos instrumentos de política en la educación, la Evaluación Universal de los Maestros se ha vuelto un fetiche. Se convirtió en manos de los opositores políticos al sindicato --tanto en la derecha como en la izquierda-- en un arma para desacreditar a los maestros (ver: "El fin de las evaluaciones, El Universal, 1 de abril).
La campaña de resistencia de la CNTE a cualquier política reformadora del sistema educativo, aunado a la campaña mediática en contra de la educación pública de un sector del empresariado ("!De Panzazo!"), y la mala operación administrativa de la Secretaría de Educación Pública (cuatro titulares en lo que va del sexenio), acabó politizando el tema de las evaluaciones.
Las evaluaciones son un medio, no un fin en sí mismo. Así lo entiende Bill Gates, que a través de la Fundación Bill y Melinda Gates promueve la evaluación de los maestros. En un artículo reciente en el New York Times ("Shame is Not the Solution", 22 de febrero, 2012), escribió: "soy un firme impulsor de que se mida la efectividad de los maestros, y mi Fundación trabaja con muchas escuelas para asegurarse que dichas evaluaciones mejoren la calidad general de la docencia."
Pero Bill Gates reconoce que "enseñar es un proceso multifacético y complejo. Un sistema confiable de evaluación debe incorporar (varias) medidas de eficacia..." Su conclusión es clara: "desarrollar un esquema sistemático para ayudar a los maestros a mejorar, es la idea más poderosa hoy en día. (Pero) la manera más segura para debilitar esta idea es torcerla en un ejercicio caprichoso (que busque) avergonzar públicamente a los maestros."
Hasta ahora las evaluaciones no han logrado su objetivo último, que es elevar la calidad de la educación, ni el inmediato, que debería ser volver más eficaces las políticas públicas. A pesar del costo que significa la Prueba Enlace, por ejemplo, la SEP no ha podido explicar cómo han contribuido sus resultados -año tras año- al perfeccionamiento de los programas de educación.
Evaluar por evaluar no sólo es costoso, sino contraproducente. Y la SEP con la instrumentación unilateral de la Evaluación Universal de los Docentes va a acabar haciendo justamente eso, si no se alcanzan los acuerdos necesarios con el sindicato: convirtiendo una medida necesaria en una acción desestabilizadora.
El principio de una evaluación es que sea un medio para conocer la existencia de una carencia, deficiencia o necesidad. Pero conocer para remediar, ya sea con un estímulo o un esfuerzo adicional acompañado por el apoyo externo necesario. Por eso mismo la Evaluación Universal de los Docentes es una medida que debe estar condicionada a aquello que pueda hacer más en favor de los maestros, !no en su detrimento!
El SNTE tiene razón cuando dice que para que la Evaluación Universal se lleve a cabo con éxito se requiere contar con los recursos asignados a los cursos y programas de formación de los maestros, que la propia evaluación indique sean necesarios. Sólo así una evaluación es útil al sistema.
Pero los críticos del SNTE no han visto la Evaluación Universal como una oportunidad para mejorar los sistemas de formación y actualización de los maestros, sino como una forma de "demostrar" que los maestros no están aptos para educar en el siglo XXI. O sea, sólo desean evidenciar las deficiencias, no trabajar en modernizar un sistema que ha sido relegado en las prioridades del Estado por prácticamente tres décadas.
El ex-ministro de Educación de Argentina, Juan Carlos Tedesco, lo explica cuando señala que: "al docente se le sigue reclamando que forme la identidad nacional, que transmita información y que socialice en los valores tradicionales, y todo ello con una formación y salarios propios de operarios poco calificados."
Que los críticos al sindicato en la izquierda y la derecha manipulen los usos de la evaluación se entiende: tienen agendas políticas y de negocios; ?pero porqué la SEP? Al propio Tedesco lo escuché decir en una reunión de la UNESCO en Buenos Aires que: "no puede el Estado nacional en América Latina exigirle a los maestros aquello para lo cual el propio Estado (argentino, mexicano, etc.) no los formó,.."
La carencia de un plan de corto y largo plazo para capacitar a los maestros en los conocimientos, técnicas y habilidades del siglo XXI ha pesado demasiado en la conducción de la política educativa del país.
Mientras tanto, se insiste que se evalúe a los maestros --por evaluarlos; no como un medio, sino como un fin en sí mismo. ?Y las demás piezas del modelo? El plan integral de actualización-evaluación-formación de los maestros quedará, por lo tanto, como un pendiente para el próximo gobierno.
emilio.zebadua@hotmail.com
Presidente de la Fundación SNTE y Director del Portal Web de Educación y Cultura: Educacionyculturaaz.com
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