DOMINGO
16 DE DICIEMBRE DE 2012
Un país en declive educativo
El sector privado asalta las
escuelas públicas de EU, denuncian expertos
Busca imponer modelo
empresarial en la enseñanza del Estado, acusan
Bill Gates y otros
multimillonarios financian reforma lesiva, deploran
Nueva York, 15 de diciembre.
Los maestros, que pertenecían a uno de los sectores más respetados y estimados
en sus comunidades, se han vuelto responsables de todos los males sociales de
Estados Unidos, el enemigo número uno, como resultado de una masiva y poderosa
campaña para reformar la educación pública, realizada a lo largo de la última
década y financiada por algunos de los hombres más ricos del país, afirman los
principales críticos de ese modelo de cambios empresariales.
Los reformistas –que, además
de los multimillonarios, son alcaldes de las principales ciudades, gobernadores
de decenas de estados y la misma Casa Blanca (con Barack Obama y,
anteriormente, con George W. Bush)– buscan imponer un modelo empresarial para
evaluar a profesores y escuelas, debilitar los sindicatos del magisterio y
privatizar uno de los últimos sectores públicos, que ahora es visto como un
ámbito con enorme potencial para los negocios. Todo en nombre, como dice su
publicidad, del bienestar de los niños.
Diane Ravitch, ex secretaria
asistente de Educación en el gobierno de George H. W. Bush (padre), profesora
en la Universidad de Nueva York y una de las expertas en esta materia más
reconocidas del país y ahora la crítica más temida por los promotores de dichas
modificaciones, porque durante años fue una de ellos, escribió: las escuelas
públicas de la nación y los profesores que trabajan en ellas han sido sujetos a
un asalto sin fin (...) un esfuerzo amplio y bien financiado para sustituir las
escuelas públicas con administración privada (...) y para responsabilizar a los
maestros de los males de la sociedad.
Agrega: “lo que ocurre ahora
no tiene precedente. Por primera vez en nuestra historia hay un esfuerzo
concertado, encabezado por gente poderosa, para minar la mera idea de escuelas
públicas y desprofesionalizar a aquellos que trabajan en este sector”.
La campaña ha sido muy
exitosa para la iniciativa privada y algunos políticos, pero su impacto real para
una mejoría en la enseñanza ha sido nulo.
A pesar de que el hombre más
rico de Estados Unidos, Bill Gates, por medio de su fundación, y sus colegas de
ese exclusivo club, incluido el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg (el
hombre más rico de esta ciudad); la familia Walton, de Walmart, y Eli Broad,
también multimillonario, entre otros, han financiado con millones los cambios
para rescatar la educación pública, y un coro casi unánime de cúpulas
empresariales, mediáticas y políticas apoyan estos esfuerzos, críticos señalan
que las investigaciones más extensas y de mayor credibilidad contradicen o
simplemente no apoyan las bases para esa reforma.
El gran logro de esas figuras
tan poderosas, que consiguieron que su agenda fuera adoptada por Bush y Obama,
es encuadrar un debate nacional en el cual los fracasos en la educación pública
son responsabilidad de los mentores y sus sindicatos.
Pero no mencionan que, como
negocio, la enseñanza pública es una mina de oro. Por ejemplo, circula una
invitación que dice que en Nueva York habrá un excitante seminario sobre cómo
hacer ganancias invirtiendo en la educación.
La convocatoria para ese
seminario privado, dirigido a inversionistas y patrocinado por la firma Drinker
Biddle & Reath y el Grupo Parthenon, incluye la siguiente descripción: La
inversión en acciones de capital variable en la educación con fines de lucro
está incrementando de manera desmedida, y por buenas razones: los modelos
públicos y sin fines de lucro
están profundamente descompuestos. Esta es la razón por la cual la educación
con fines de lucro es uno de los mercados de inversión más grandes de Estados
Unidos, actualmente superando mil 300 millones (de dólares) en valor.
Presidirá las sesiones Harold
Levy, ex alto funcionario en la Secretaría de Educación de la ciudad de Nueva
York, quien ahora es socio de la firma de inversiones Palm Ventures.
Joel Klein, ex secretario de
Educación de la ciudad de Nueva York, donde está el sistema de instrucción
pública más grande del país, y quien impulsó la agenda de los reformistas ahora
en boga por todo el país, actualmente es director del mercado de educación en
el grupo empresal de Rupert Murdoch, el multimillonario dueño de Fox y el Wall
Street Journal, entre otras propiedades a escala global.
Las reformas implican enormes
negocios para las empresas dedicadas a proporcionar sistemas de cómputo y de
acopio de datos, así como exámenes y servicios de capacitación para las
reformas y apoyo a estudiantes, entre otros.
Millones de dólares de las
arcas públicas se trasladan al sector privado en contratos de todo tipo para
promover esos cambios.
Parte clave del éxito de esta
campaña ha sido un trabajo de propaganda que incluye a los principales medios,
la cúpula política y toda una gama de think-tanks. Ha brotado además
toda clase de organizaciones dedicadas a la reforma. Todo es financiado por
fundaciones de multimillonarios, sobre todo los mencionados Gates, Walton y
Broad, entre otros. Incluso se han hecho películas ad hoc.
Los profesores y las
escuelas, que en muchos casos son los defensores cotidianos más fuertes, y el
sistema más estable de apoyo para los jóvenes más vulnerables, ahora son los
chivos expiatorios en una sociedad que está fracasando con los niños, comenta
en el Washington Post Stan Karp, maestro de literatura y periodismo
durante 30 años en Nueva Jersey.
La única cosa que las
políticas empresariales de reforma educativa han hecho exitosamente es traer la
política de guerra de clases antilaboral a las escuelas públicas, apunta.
Los exámenes estandarizados
son la lanza de esta reforma, al emplearlos no sólo para diagnosticar el
desempeño de estudiantes, sino medir la efectividad y el valor agregado de los
mentores.
En Nueva York, Washington y
otros lugares del país se han implementado sistemas en los cuales las pruebas
se emplean supuestamente para detectar y expulsar a educadores y/o cerrar
planteles si no cumplen con mejorías predeterminadas en las calificaciones.
Así, los exámenes se usan
para amenazar a directores y maestros, obligándolos casi a sólo enseñar para el
examen, anulando una amplia gama de rubros claves, sobre todo artes, ciencias
sociales y cultura, dicen profesoras de primarias y preparatorias entrevistadas
por La Jornada.
Agregan que, al poner los
exámenes como eje de todo, los daños incluyen reducir los planes de estudio a
sólo lo requerido para esas pruebas, limitar cada vez más otras opciones y
reducir en los estudiantes el amor a aprender.
También contribuyen a hartar
a maestros excelentes e imponer un clima de temor permanente entre colegas. Una
prueba del efecto de todo eso es que 50 por ciento de los graduados en
educación que ingresan al magisterio abandona el sector en cinco años.
La principal iniciativa del
gobierno de Obama, por conducto de su secretario de Educación, Arne Duncan, es
algo llamado Carrera a la cima (RTTT, por sus siglas en inglés), establecida en
2009, que obliga a promover cambios radicales en los sistemas educativos de los
estados, en competencia con otros, para recibir fondos de este programa.
En lugar de otorgar fondos
con base en las necesidades, la RTTT selecciona ganadores al evaluar el grado
en que han promovido esos cambios, que incluyen instituir más escuelas
charter (planteles públicos, pero administrados de manera privada y sin
sindicatos), más pago por mérito a profesores y uso de datos para mejorar la
instrucción, que implica mayor uso de pruebas estandarizadas.
La encargada de la RTTT y
ahora jefa de equipo del secretario Duncan es Joanne Weiss, ex alta ejecutiva
de NewSchools Venture Fund, que recibió millones de las fundaciones de Gates y
Broad.
La fundación Gates además ha
dado cientos de millones a proyectos que promueven esta agenda de escuelas
charter, más exámenes estandarizados y evaluaciones de la efectividad de los
profesores.
No importa que las medidas
aplicadas por la RTTT hayan sido criticadas desde su inicio por algunas de las
principales instituciones nacionales de investigaciones, por carecer de
sustento intelectual.
Desde que comenzaron dichos
cambios, el Consejo Nacional de Investigaciones advirtió al gobierno de Obama
que no empleará los exámenes para medir el valor agregado de los mentores en la
RTTT.
La organización Servicio de
Exámenes Educativos, que se beneficiaría ampliamente por la expansión en ese
sector, emitió un informe concluyendo que sería inapropiado utilizar las
pruebas para medir el valor agregado, o sea, el desempeño de los profesores.
También han sido desdeñadas
investigaciones que concluyen que esas reformas son contraproducentes. Por
ejemplo, el Centro Nacional para el Rendimiento Educativo y analistas de la
Fundación Century indican que la colaboración entre pedagogos, el mentoring (por
el cual quienes tienen mayor experiencia trabajan con novatos y los apoyan) y
el uso de exámenes para propósitos de diagnóstico, no evaluadores, producen
mejores resultados que los métodos propuestos por los reformistas.
La ex secretaria asistente
Ravitch es autora del libro The death and life of the great american school
system (Muerte y vida del gran sistema escolar estadunidense), en el
cual se hace una de las críticas más exhaustivas y contundentes de estas
reformas. Además fue jefa de la oficina
de investigación y mejoramiento en la Secretaría de Educación y entre 1997 a
2004 fue integrante de la junta directiva del organismo Evaluación Nacional del
Progreso Educativo, que supervisa los exámenes nacionales en que se basan los
datos empleados por los reformadores. Ella denuncia la manipulación
de esos datos, demostrando que no miden lo que usan como prueba del fracaso del
sistema educativo y la falacia del argumento central en el debate sobre las
reformas: que los profesores son el factor más importante para determinar el desempeño
de los estudiantes. En el New York Review of
Books publicó que las investigaciones más destacadas indican que la calidad
del educador como factor representa entre 10 y 20 por ciento en la mejoría de
calificaciones de los exámenes a los estudiantes. Los maestros son el factor
más importante dentro de las escuelas. Pero las investigaciones demuestran que
factores no escolares importan aun más que ellos, escribió.
Como se ha documentado
durante décadas –el prominente investigador Jonathan Kozols lo hizo
brillantemente–, la pobreza y la forma en que se distribuyen los recursos a la
enseñanza pública son factores mucho más importantes que los profesores en el
desarrollo académico.
Otra vertiente central de las
iniciativas para realizar las reformas es la promoción de escuelas charter,
presentadas como la esperanza para el sector. En casi todas, los maestros
contratados no están sindicalizados.
Esos planteles, supuestamente
instaurados para ofrecer opciones a sectores marginales, y promovidos como laboratorios
de innovación, ahora existen en varios estados del país.
Algunos de sus
administradores tienen sueldos millonarios, y entre sus más fervientes
promotores están ejecutivos del sector financiero. Según los poderosos
impulsores de esos planteles, son el futuro y la alternativa necesaria para
rescatar la enseñanza pública.
Pero hay un problema: no
funcionan. La investigación académica más amplia y a fondo del desempeño
académico en 2 mil 403 escuelas charter –la mitad de las existentes en el
país–, realizada por el Centro de Investigación sobre Resultados en la
Educación, de la Universidad de Stanford, entre 2006 y 2008, mostró que sólo 17
por ciento tenía mejores calificaciones en matemáticas que las instituciones
públicas en su región, 37 por ciento tenía calificaciones muy por debajo de sus
contrapartes públicas y 46 por ciento tenía estadísticamente el mismo nivel. Sólo una de cada cinco
escuelas charter logra los resultados que se festejan en público.
Para los críticos, los
planteles charter son simplemente un masivo esfuerzo para privatizar la
educación pública.
Pero a pesar de toda la
evidencia de manipulación, estas reformas continúan. El poder detrás de estas
iniciativas es inmenso. Por ejemplo, las escuelas charter se han vuelto una de
las causas favoritas, no de pedagogos o filósofos de la educación ni de
expertos, sino de ejecutivos de fondos de inversión. Políticos que buscan fondos
en Wall Street, como fue el caso reciente del ahora gobernador de Nueva York,
Andrew Cuomo, son obligados a reunirse con los grupos promotores de la reforma,
los cuales apoyan a quienes se comprometen a promover las escuelas charter.
Ravitch señala que el peso
combinado de esos grupos, más el poder enorme del gobierno federal y el apoyo
no crítico de los medios masivos, presentan un desafío serio a la viabilidad y
el futuro de la educación pública.
Agrega que “la historia no
será bondadosa con quienes atacaron a maestros, buscaron despedirlos basados en
medidas inexactas y trabajaron fervorosamente para reducir el estatus y la
compensación de los profesores. “No admirará el esfuerzo de
insertar valores empresariales al trabajo de educar niños y forjar sus mentes,
sus sueños y su carácter. No disculpará a aquellos que olvidaron los propósitos
cívicos y democráticos de nuestras escuelas (...) ni hablará bien de aquellos
que pusieron la búsqueda de ganancias sobre las necesidades de los niños.
Tampoco celebrará a
los que adoraron los datos y creyeron apasionadamente en garrotes y zanahorias.
Aquellos que vivirán para siempre en las mentes de futuras generaciones son los
que se levantaron contra los poderosos en nombre de los pequeños, quienes
demandaron que todo niño recibiera la mejor educación posible, la que los
padres más afortunados desearían para sus hijos.