México, DF.- En medio de un vendaval en su contra, la líder de un millón 700 mil maestros, Elba Esther Gordillo Morales, sentencia: “no me debilitan en el ánimo espiritual, no me debilitan en mi convicción”.
La dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el más poderoso de Latinoamérica, afirma que nadie le obligó a tomar los caminos por la política, por lo que resiste los embates de sus enemigos, aunque eso sí lamenta la “miserable visión” con la que la atacan.
“Esto me tocó vivir, esta decisión la tomé, nadie me obligo y esto la merece mi gremio: un asunto de dignidad. Que si mi bolsa, que si mis aretes, que si mi vestido, por Dios que pena, que miserable misión, que lastima”, agrega.
En su oficina de su departamento de Polanco, denuncia que aquellos que ayer elaboraron los libros de texto, que hicieron encuestas para un gobierno y que se enriquecieron, hoy buscan los espacios para defenestrarla.
Y con su voz firme y con los puños cerrados advierte a sus enemigos: “Nada me hará ceder en la defensa de la educación pública, de calidad, laica, popular, gratuita, nacional. Nada, nada, porque es el único patrimonio que tienen los que menos tienen”.
Habla sin tapujos de las enemistades que se ha ganado a lo largo de su carrera política y magisterial y luego suelta una especie de carcajada que explica: “perdón que me ría porque si no lo hago no se qué va a pasar, porque hay que tener entereza para entender uno mismo las realidades y asumirlas”.
La maestra chiapaneca, considera que a México le falta cultura democrática y por eso todos cuestionan el cómo una mujer y una maestra puede tener “poder” y no se preguntan para qué el poder ni cómo lo está ejerciendo.
Se fijan, critica, en “como viste, como se peina, como camina y la sustancia la olvidan, entonces es muy fácil descalificar y descontextualizar”.
Admite que Elba Esther tiene adversarios, aunque muchas veces siente como enemigos , y explica la animadversión en su contra a varios factores: el género, mi prevalencia, y, algo muy importante, que el SNTE es una organización poderosa.
Firme en su voz y sin titubear un solo momento, deja en claro, hablando en tercera persona, que Elba Esther no se arrepiente de lo que ha hecho, “porque el que se arrepiente es el que ha obrado mal y tiene que pedir perdón. Yo acepto mi errores y le pido perdón al que creo: a Dios”.
La polémica “Maestra”, como es conocida, recuerda que tiene un principio fundamental en su vida: “creo en la amistad profundamente y en la palabra empeñada, nadie puede decir que no haya cumplido mi palabra a costa de muchas cosas”.
Sin ánimo de parecer soberbia –dice-, en realidad lo que le ocupa es trascender, pues afirma que tiene el derecho legítimo para aspirar a ello.
“Me ocupa la trascendencia y sí tengo derecho, cualquier ciudadano tiene derecho, estoy convencida, y a pesar que se cuestione eso, que al paso del tiempo se verán la reformas en materia sindical y educativa que mi gremio y en tiempo de mi liderazgo hemos realizado. No es soberbia es también mi derecho legitimo a defenderme, no estoy haciendo para ahorita”.
La dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el más poderoso de Latinoamérica, afirma que nadie le obligó a tomar los caminos por la política, por lo que resiste los embates de sus enemigos, aunque eso sí lamenta la “miserable visión” con la que la atacan.
“Esto me tocó vivir, esta decisión la tomé, nadie me obligo y esto la merece mi gremio: un asunto de dignidad. Que si mi bolsa, que si mis aretes, que si mi vestido, por Dios que pena, que miserable misión, que lastima”, agrega.
En su oficina de su departamento de Polanco, denuncia que aquellos que ayer elaboraron los libros de texto, que hicieron encuestas para un gobierno y que se enriquecieron, hoy buscan los espacios para defenestrarla.
Y con su voz firme y con los puños cerrados advierte a sus enemigos: “Nada me hará ceder en la defensa de la educación pública, de calidad, laica, popular, gratuita, nacional. Nada, nada, porque es el único patrimonio que tienen los que menos tienen”.
Habla sin tapujos de las enemistades que se ha ganado a lo largo de su carrera política y magisterial y luego suelta una especie de carcajada que explica: “perdón que me ría porque si no lo hago no se qué va a pasar, porque hay que tener entereza para entender uno mismo las realidades y asumirlas”.
La maestra chiapaneca, considera que a México le falta cultura democrática y por eso todos cuestionan el cómo una mujer y una maestra puede tener “poder” y no se preguntan para qué el poder ni cómo lo está ejerciendo.
Se fijan, critica, en “como viste, como se peina, como camina y la sustancia la olvidan, entonces es muy fácil descalificar y descontextualizar”.
Admite que Elba Esther tiene adversarios, aunque muchas veces siente como enemigos , y explica la animadversión en su contra a varios factores: el género, mi prevalencia, y, algo muy importante, que el SNTE es una organización poderosa.
Firme en su voz y sin titubear un solo momento, deja en claro, hablando en tercera persona, que Elba Esther no se arrepiente de lo que ha hecho, “porque el que se arrepiente es el que ha obrado mal y tiene que pedir perdón. Yo acepto mi errores y le pido perdón al que creo: a Dios”.
La polémica “Maestra”, como es conocida, recuerda que tiene un principio fundamental en su vida: “creo en la amistad profundamente y en la palabra empeñada, nadie puede decir que no haya cumplido mi palabra a costa de muchas cosas”.
Sin ánimo de parecer soberbia –dice-, en realidad lo que le ocupa es trascender, pues afirma que tiene el derecho legítimo para aspirar a ello.
“Me ocupa la trascendencia y sí tengo derecho, cualquier ciudadano tiene derecho, estoy convencida, y a pesar que se cuestione eso, que al paso del tiempo se verán la reformas en materia sindical y educativa que mi gremio y en tiempo de mi liderazgo hemos realizado. No es soberbia es también mi derecho legitimo a defenderme, no estoy haciendo para ahorita”.
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